miércoles, 25 de enero de 2012

Principio.

Aún no la había llamado.

¿Estaría enfadado? No recordaba haber hecho nada que pudiese molestarle, aunque últimamente él no andaba de muy buen humor. Quizás tuviese problemas en el trabajo -aunque nunca le había oído hablar de ello; ni siquiera sabía en qué trabajaba- o puede que ocurriese algo con su familia; recordaba que alguna vez había mencionado a una hermana pequeña...

Pero aún así, podía haberla llamado, aunque sólo fuera para dar una explicación. ¿Cómo podía haberla dejado plantada de esa forma, sin un aviso, sin una llamada?...

Al principio le había odiado, había gritado y llorado de la rabia; se sentía engañada. Deseaba volver a verlo sólo para decirle a gritos lo poco que se merecía a alguien como ella.

Pero ya no. Lo quería demasiado. Habían pasado ya dos días, y seguía sin saber nada de él; lo echaba de menos. No había contestado a ninguna de sus llamadas, ni los mensajes que dejó en su contestador. Empezaba a temer que le hubiera pasado algo.

Porque él la quería, ¿no? Eso decía siempre...
Entonces, ¿por qué iba a abandonarla?

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