domingo, 27 de mayo de 2012

You know...


La princesa del alcohol barato.

Señora de los callejones oscuros
y dueña de nuestros desencantos.



Hoy, por ti, puedo ser lo que quiera.
Puedo ser lo que tú me pidas.

Caminante sin camino.
Reina del descontrol.

Toda tuya.
Toda mía.

...Tan lejos de cualquiera de los dos.

sábado, 26 de mayo de 2012

C'est un coeur.

Que la tensión se haga patente, y nos empiece a cobrar derechos de autor.
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.
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A pesar de todo, sigo siendo yo.

[Contigo o sin ti]

Que eso que late en tu pecho, no es la pasión.

Es sólo un corazón.

Y que lo haga al ritmo del mío

es sólo cuestión de sincronización.



"Bienvenido a mi caos. 
Quedas libre de sumirte en el descontrol".

De cómo mueren las flores y otros secretos de 3ª planta (-VIII)

Un reguero de sangre me hizo elevar la mirada del suelo al sofá. allí, por supuesto, estaba Marlene. Sobre mi horrenda tapicería color marfil, su cuerpo, cubierto apenas por una camiseta ancha, liberaba sangre a borbotones desde una infinidad de heridas, pequeños cortes, que quedaban ocultos a mi vista bajo una cubierta carmín, delatándose sólo por el fluir espeso del líquido.
El creador de tan dantesca escena -y si no creador, llamémoslo ejecutor- permanecía aferrado por su mano derecha. Reconocí el cuchillo con el que, algunos días antes, ella había jugado a deformar reflejos.
Con la otra mano, se sujetaba el muslo, manteniendo la piel tensa para que el corte fuese limpio.


No recuerdo bien qué fue lo que le dije, pero supongo que la situación no me alarmó todo lo que merecía; no recuerdo haber estado nerviosa, ni sentir tensión, sino más bien una turbia confusión.
Su respuesta se entrecortaba al compás de las lágrimas que recorrían su rostro.

"Hay que liberarlo, Eloise. Liberar al mal.
El mal está aquí -se llevó una mano al pecho, quizás señalando su corazón, o quizás al hueco vacío-, y si no dejo que se marche por mis venas, buscará salida en mis palabras.
No puedo dejar que el mal crezca; no..."

Me senté a su lado en el sofá, sin atender a la sangre que lo cubría y que me manchaba ahora a mí, y conseguí retener su mano antes de que finalizase un nuevo corte.

Marlene, el mal no puede ser libre. 
El mal forma parte de nosotros; siempre. Sólo puedes decidir si mostrarlo o mantenerlo oculto a los demás, pero hagas lo que hagas, siempre estará ahí.
El mal es siempre parte de uno mismo; una parte tan real y tan grande como tú y como yo...
...Y nadie puede librarse de sí mismo.

Esta noche, quédate.

Ven...

Bébeme entera, quémate en mí.

Enséñame a dejar de ser, y quema mis ojos en las estrellas.

Ven... Mátame.

Y si no muero de amor, que sea de otra cosa.

Déjame morir de ti.

Ven...

Miente conmigo.

Hagamos creer al mundo que sólo el estar juntos no nos hace sonreír.

Ven... Miénteme.

Dime que me quieres. Que siempre estarás a mi lado.

Vamos a jugar a ser tímidos, a no saber.

Ven...

...Conmigo.

Esta noche, sé mi aneurisma.

Esta noche, quédate.

martes, 15 de mayo de 2012

Asoma la patita...

Eras todo lo que no pudo ser, y fuiste.

Eras el sabor, el olor, que se le prohíbe a la gente como yo. Pero te probé y te desgasté hasta que no pude más. Hasta que no pudimos.

Eras miradas que esconden un mundo, que luego me llevabas de la mano a recorrer.

Todo cuanto nunca debí tener.

No me mereciste,  y no te merecí.

Eras la humedad de las lágrimas sobre mi almohada. El secreto a gritos.

Eras todo. Fuiste nada.

Y ahora eres tú. Y yo soy yo. Y ya no recuerdo que es lo que había cambiado.

Pero por fin me he atrevido a tachar, en el apartado de apellido, el "nosotros".

lunes, 14 de mayo de 2012

Inducción al suicidio en Do Menor.

A veces la felicidad la trae el viento...


La primera vez que la vi, arrastraba, a deshora, su sonrisa por un callejón de extrarradio.


...pero otras veces, hay que arrancársela a la vida a dentelladas.

Toda una dama de los soportales, me dijeron. Una niña con la que sólo un idiota querría jugar. Y por lo que me contaron, la ciudad estaba llena de idiotas.

No sé qué fue lo que vi la primera vez que te vi. Nada bueno, supongo. Para entonces ya había olvidado que puede haber gente buena.

Me tildaron de descreído e insensato. Pero supongo que en el fondo, siempre fui sólo un idiota más.

Sólo sé que poco después de ti, siguiendo tus revueltos pasos, llegaron las tardes interminables, los abrazos y las sonrisas que, sin tú saberlo, me robabas.

Para mí eras la reina de todo cuanto yo ansiaba conocer. El tipo de mujer que cuanto más abajo te arrastra, más logra brillar. La princesa que rompía la tranquilidad bajo las ventanas.

Y yo sólo era una bala perdida que, a su paso, dejaba un reguero de la sangre de quienes se tropezaban conmigo. Y cuanto más profundo era el tropiezo, más sangraban las heridas.


Pero no podía perderte. Te ansiaba, te necesitaba. 

Quería tocarte, pero no podía. Porque si te tocaba, tarde o temprano, la bala se dispararía de nuevo, y era seguro que alguien saldría herido.

Aprendí a bailar tu vals, me dejé guiar por tus pasos y, con el tiempo, encontré una brecha de sinceridad bajo capas de rímel y vestidos ajustados.


A esas alturas ya conocía todas las salas de urgencias de los corazones ebrios. Y me negaba a dejar que un sentimiento de mentiras guiase tu latir.


Te seguí a deshora y con deshonra hasta el fin de la noche que, descubrí, se ocultaba entre tus labios. Que brillaba con tu luz.


Trajiste a mi mundo la luz que me hizo ver a mi alrededor un fuego incendiario. Aquel deseo desesperado de no volver a sentir.


Encontré en tu piel las joyas que como princesa prometías, y las tímidas promesas que hacías como mujer. Y aún más lejos, encontré tus abrazos agitados; tus silencios de niña rota.


Intenté escapar de todo, mientras en silencio tú me atabas a tu mirada con lazos invisibles.


Pero también encontré el secreto de tu melodía silenciosa, que aún cuando estabas a mi lado, te alejaba de mí.


No sé cómo, aprendiste a quererme. De alguna forma que aún no comprendo, lograste ver más allá de mi reflejo en el espejo desgastado que solía vestir.


Quizás fue una estupidez intentar escucharla. Era sólo tu canción. 


Y, por algún motivo, no me importó. Rompiste mi coraza y mis murallas, y jamás me importó... Porque las habías roto tú.


Era aquella, la de la libertad, tu melodía.


Hasta aquel punto de no retorno, que trajo consigo la consciencia, de que debía alejarte de mí.


La que nos llevó a ganarle la batalla al miedo...


Aquel día en el que, al volverme a ver, no supiste sonreír.


...La que hace que, aunque te fueses, aún sigas siendo un poco mía.



domingo, 13 de mayo de 2012

Little wet tears

Intento no ser feliz.

Aunque las voces sobre mis hombros me miren exclamadas. Los "¡Está loca!" y los "¿Por qué le gusta sufrir?" se mezclan como murmullos disonantes en mis oídos al mismo ritmo al que los dejo atrás. 

Intento no ser feliz, porque sé que tarde o temprano, tú desaparecerás. 
Sé que, más temprano que tarde, te cansarás de mí, te aburriré. Y no hace falta que lo niegues, tal y como lo negaron todos cuantos vinieron antes que tú... todos cuantos se acabaron cansando y se marcharon.
Eres todo lo que ahora necesitaba. Un pequeño sueño que ni siquiera me había atrevido a soñar... Y mi cuerpo me pide a gritos dejarme llevar, vivirlo todo y sentirlo todo y, para bien o para mal, que sea contigo.

Pero siempre está esa voz... La voz que no grita, que susurra. La voz que ya lo vivió todo, a la que se le acabaron las lágrimas. La voz amarilla... 
Que me habla del miedo y el dolor. Que me pregunta, constantemente, en qué me convertiré, a qué quedaré reducida, cuando tú veas quién soy.

...A la que nunca sé contestar. 
¿Qué pasará? Cuando toda la felicidad que crees que escondo desaparezca... Cuando la niebla se disipe y consigas ver mi verdadero aspecto. ¿Acaso tú lo has cambiado tanto? Supongo que no. Supongo que sólo verás al monstruo que siempre fui. Y entonces te marcharás, tan rápido como puedas, e intentando no hacer ruido. Porque nadie quiere que un monstruo pueda ver su alma...

¿Y qué me quedará a mi?
Volveré a la niebla, vagando, sin un lugar al que ir. Desmontándome en pedazos por las esquinas. Tal y como hacía antes de que tú aparecieses para guiarme.

Porque a pesar de todo, soy una idiota que se robó a sí misma la posibilidad de elegir. Soy una idiota que no sabe no intentar ser feliz.

domingo, 6 de mayo de 2012

Con un poco de suerte...

¿Que si duele?
Claro que duele. Duele más de lo que puedas imaginar. Duele más de lo que yo nunca pensé que dolería.
Duele hasta cortarte el aliento; hasta desear que se te corte. De una vez y para siempre. Para poder morir en silencio... del mismo modo en que sientes que vives.
Hace que sólo quieras correr hasta el límite del mundo y seguir hacia delante. Quizás para huir de los recuerdos que se clavan en tu cabeza como clavos candentes, o quizás sólo para dejar atrás las lágrimas. Y a la vez hace que todo lo que puedas hacer sea acurrucarte en un rincón, rodeado del olor de lo que ya no es, del olor que te ahoga.
Quizás, ir al mar, donde las lágrimas no se distingan sobre tu rostro. Y quizás, con un poco de suerte, morir cuando el agua llegue a tu alma a través de tus pulmones. Con un poco de suerte...

¿Duele?
Sí, duele.
Duele más de lo que nadie pensaría que puede soportar...
Y a pesar de todo, merece la pena.