sábado, 28 de enero de 2012

(Des)caos.

"Nunca des todo lo que se espera de ti".

Pero el nombre tallado en piedra llevaba a su oído una melodía; le cantaba que todo había sido una mentira.
La gente llega, colándose por un oído al interior de tu desamueblada cabeza, y casi siempre huyen al poco tiempo. El ser humano no puede convivir con el caos.

Y sólo aquellos que permanecen, quienes nunca encontraron salida de la sección de "Recuerdos y melancolía" -quizás porque no quisieron buscarla-, pueden compartir la locura.
Quienes son capaces de ver el orden que rige el caos.

A pesar de las mentiras, de las lágrimas y del olvido, a pesar del dolor, puede que aún halla algunas personas por las que luchar. Personas que merecen recibir todo lo que puedas dar de ti.
Personas cuyo nombre nunca debería ser tallado en piedra.

jueves, 26 de enero de 2012

Final.

Se le cortó el aliento cuando vio todos aquellos coches de policía rodeando el edificio en el que vivía. No, no podía pensar mal. Seguro que habían robado en algún piso, o había habido algún enfrentamiento poco delicado; ese tipo de cosas no eran raras en los mugrientos bloques de extrarradio como aquel.

La puerta principal estaba acordonada y rodeada por un enjambre de curiosos; no la dejarían entrar. Recordó al instante la pequeña entrada al cuarto de contadores del sótano, que daba al descampado de la izquierda. Por supuesto, allí no había nadie. En menos tiempo de lo que creía posible, estaba en la puerta del apartamento.

Tres días. Tres días; no podía ser.

Se acercó corriendo a la puerta de su apartamento, esquivando a los policías y forenses que, como figuras fantasmagóricas, se desvanecían ante sus ojos.

Frío. De pronto sintió un frío horrible.
El aire se congelaba en sus pulmones y su corazón, helado, dejó de latir.

Él yacía en el suelo del salón, boca abajo, con la cabeza apoyada sobre un charco de sangre casi transparente, y los ojos clavados en ella, bañándola en culpabilidad. Sobre la mesita de café, una Colt 45 descargada.

Las figuras fantasmales lo cubrían todo. Tiraban de ella, intentaban sacarla de allí.

La marca de carmín en la mejilla; el mismo color de sus labios. Y entonces lo supo.
Ella. Había sido ella.

No recordaba haberlo hecho, juraría que era imposible, pero sin embargo, sabía que era así.
Ella lo había matado.


Por supuesto.
¿Quién si no podría haber asesinado a su amigo imaginario?


miércoles, 25 de enero de 2012

Principio.

Aún no la había llamado.

¿Estaría enfadado? No recordaba haber hecho nada que pudiese molestarle, aunque últimamente él no andaba de muy buen humor. Quizás tuviese problemas en el trabajo -aunque nunca le había oído hablar de ello; ni siquiera sabía en qué trabajaba- o puede que ocurriese algo con su familia; recordaba que alguna vez había mencionado a una hermana pequeña...

Pero aún así, podía haberla llamado, aunque sólo fuera para dar una explicación. ¿Cómo podía haberla dejado plantada de esa forma, sin un aviso, sin una llamada?...

Al principio le había odiado, había gritado y llorado de la rabia; se sentía engañada. Deseaba volver a verlo sólo para decirle a gritos lo poco que se merecía a alguien como ella.

Pero ya no. Lo quería demasiado. Habían pasado ya dos días, y seguía sin saber nada de él; lo echaba de menos. No había contestado a ninguna de sus llamadas, ni los mensajes que dejó en su contestador. Empezaba a temer que le hubiera pasado algo.

Porque él la quería, ¿no? Eso decía siempre...
Entonces, ¿por qué iba a abandonarla?

sábado, 21 de enero de 2012

Sombras.

Cinco años llevo vistiendo el luto. Y son tantas las cosas que mueren cada día que incluso cinco me parecen pocos. No hablo de las personas que fallecen, claro está, pues el hombre como organismo vivo en sí es la menos importante de las huellas que dejamos a nuestro paso, aun considerando la maravillosa máquina biológica que nuestros cuerpos representan. La vida es, sin duda, la más destructiva de las creaciones del hombre.

Y es por eso por lo que visto el luto, por todas las cosas que nuestra mera existencia destruye cada día, aunque hayamos sido nosotros mismos quienes, en su momento, las creásemos.

Somos un producto de la locura desatada de la evolución -como tantas otras criaturas lo fueron antes que nosotros. No somos capaces de comprendernos a nosotros mismos, y pese a ello hemos traído a este mundo la comprensión; un desarrollo tecnológico inimaginable, complejidad científica, del pensamiento y emocional. Hemos creado una cantidad de información imposible de recopilar y almacenar íntegramente. Y a pesar de todo, lo que mejor se nos da hacer, lo que más fácil nos resulta, es precisamente destruir nuestros logros. Destruirnos a nosotros mismos.

Y la destrucción del arte que supone la humanidad en sí misma, sólo merece las sombras.


lunes, 16 de enero de 2012

Lo siento.

Hoy voy a ponerme seria.

Desde hace algunos meses, la nieta de mis vecinos está viviendo con ellos, porque su padre apenas se puede hacer cargo de ella (ya que si trabaja menos tiempo, no puede pagar su manutención) y su madre no quiere tener que preocuparse, además de que con ella vive su otra hija (hermanastra de mi vecina), la cual desde pequeña la somete a maltrato constantemente (pegándola, haciéndola actuar como su sirvienta cuando no está su madre, e incluso deseándola la muerte). Bien, esta niña tiene sólo 10 años, y dado que no hay nadie de su edad viviendo cerca, suele venir a mi casa para pasar la tarde conmigo y con mi hermano.
Es una niña muy inteligente, que habla (y muchas veces, piensa) como un adulto. Lee de forma autodidacta, y sus notas son de sobresaliente. Entonces, ¿dónde está el problema?
Resulta que esta niña, imitando a su hermana mayor (a la que, como cualquier niño, admira pese a lo mal que la trate), es en apariencia una 'cani' ('cani', 'pokera', 'choni'... el adjetivo depende de la zona). Intenta vestir como tal, con ropa de su hermana, escucha reggaetón, ya que es lo que se escucha en su casa, y actúa con el "descaro" característico de este... llamémoslo, "grupo".
Por supuesto, esta actitud, forma de vestir y demás, buscan, de base, llamar la atención de su madre, quien atiende más y pasa mucho más tiempo con su hermana. La niña ni siquiera tiene idea de lo que los demás piensan del papel que representa.

Pues bien, hoy, ha llegado a mi casa muy desanimada, y al poco rato, me ha abrazado llorando.
Dejad que os cuente:

Ella va a un colegio de "niñas bien" (para que os hagáis una idea, la mitad de su clase tiene móvil, muchas BlackBerries, y en el recreo no juegan a "papás y mamás", sino a "pijas ricas") y desde hace ya un tiempo, cada vez más, sus compañeras de clase se meten con ella por cómo viste o actúa.
Mi vecina tiene sólo diez años. Y sufre bullying por actuar buscando llamar la atención de su madre. Por actuar como la han enseñado.
Y si no os hubiese contado su historia, probablemente la mitad de vosotros pensaría que "ella se lo ha buscado", porque como es 'choni', se las debería apañar sola; "que sus padres la hubiesen educado".
Por eso no aguanto el pensamiento social colectivo.

TIENE SÓLO DIEZ AÑOS. Una niña de diez años debería estar jugando a las muñecas con sus amigas. Que lo creáis o no, y a pesar de ser todo lo 'cani' que queráis, ES LO QUE REALMENTE LE GUSTA HACER.

Me gusta defender el respeto como herramienta social básica, ¿pero cómo pretendemos que nos respeten los niños a los que hemos enseñado a defenderse con el odio?
NADIE, Y MENOS UN NIÑO, DEBERÍA PASAR POR ESO. Independientemente de cuál sea su raza, su religión o creencias, su clase social... sí, todo eso ya lo sabemos, PERO TAMBIÉN INDEPENDIENTEMENTE DE CUÁLES SEAN SUS GUSTOS O SU APARIENCIA. Y esto, por desgracia, es algo que a la gente se le olvida mucho más a menudo.

Últimamente, la gente se queja de "las generaciones futuras"...
Pues bien, las generaciones futuras, no son más que la herencia de la nuestra.
Estamos recogiendo lo que sembramos, y a mí me parece que hemos sembrado odio de más. Odio, intolerancia y miedo. Y queremos que sobre ese suelo crezcan amabilidad, felicidad y armonía.

Todos preferimos ver la paja en el ojo ajeno, pero ahora que he visto esto, prefiero asumir mi parte de culpa.

Porque algo tenemos que estar haciendo mal para que una niña de sólo diez años vaya con miedo a clase, sólo por su forma de vestir. Para que una niña no quiera ver a las demás, porque se meten con ella por algo que no comprende. Porque hace lo que ella cree que debe hacer.
Son niños, no podemos pedirles que sean más que eso. Pero a nosotros sí.


Porque algo tenemos que estar haciendo mal para que una niña de sólo diez años, venga llorando a contármelo a mi, porque tiene miedo de que en su propia casa se rían de ella.

Lo secreto.

Porque a pesar de todo, las lágrimas me siguen quemando por dentro.

Escudada en una sonrisa que ya ni siquiera parece de verdad, vuelvo a dormirme abrazada a los recuerdos de lo que nunca fue nada, de todo cuanto pudo ser.

Sólo espero verte de nuevo, mañana, cuando buscándote regrese al mar. Buscando mi uno, mi todo.
Cuando las olas rotas me permitan, por fin, dormir para siempre.

Arañando el recuerdo de tu sonrisa; de todas las veces que, por un instante, también fue la mía.

domingo, 15 de enero de 2012

The frontier.

Dar la vida por vivir sólo de un sueño.

Morir cada noche, si por la mañana es tu luz la que me hace levantarme.

Nunca entendiste nada.

Plasmar el alma en trozos viejos de papel. Escribir para que la tinta se gaste al mismo ritmo al que me desgasto yo.

Intentar enseñar un mundo, sólo con una mirada.

Levantar un muro por cada error cometido.

Muros que cada noche, el miedo, consigue derribar.

El miedo a no haber sido más que el origen de otro muro a tu alrededor.

Morir intentando descubrir qué es lo que tu mirada nunca deja ver.

Vivir por no querer creer que ya estoy muerta.

Querer, y no querer creer.





viernes, 13 de enero de 2012

Tal cual.

Vivimos queriendo hacernos creer que si no nos dicen "te quiero" es porque no quieren decirlo, y no porque no nos quieran. Y así nos va.

Desde la orilla.

Me gustaba pensar que tarde o temprano, regresarías. Que el destino me llevaría a tu puerta o que, tal vez, algún día te acordarías de mí y te darías cuenta de que en algún rincón recóndito en tu interior, tú también me habías estado echando de menos.
Sin embargo, las ausencias afiladas fueron rasgando mi piel, poco a poco, hasta romperme por completo.

Huí a refugiarme en el mar, donde todo había empezado, pero allí ya no quedaba nada, y regresé a la orilla dejándome llevar por las olas, que con la resaca arrastraron la sangre invisible. Y a ti.

Se llevaron la culpa y las lágrimas derramadas sobre una almohada tejida con falsas esperanzas.

Y cada noche, cuando golpeo el espejo que olvidó tu reflejo, son tus manos las que sangran, y no las mías.


jueves, 12 de enero de 2012

Parecidos razonables.

Parecidos razonables...
Entre yo y una bala perdida.
Disparada sin cuidado, en cualquier dirección. Volando en busca de algún objetivo al azar.
¿Y cómo quieres que no siga al viento?
Si lo único que me dejaste antes de obligarme a perderme fue un beso grabado en metal.
Si me dejaste en medio de ninguna parte, con promesas de nada.
Y ahora no sé continuar.
...Supongo que este cuento, también acaba mal.

lunes, 9 de enero de 2012

La vida secreta de las mentiras

¿Tan mal se me daba ser yo?

Miró al cielo desde sus ojos azules, del color de quien no sabe llorar. ¿De verdad había algo allí arriba? Nunca lo había creído, pero ahora, era todo lo que la quedaba.
Si de verdad no había nada, ¿por qué seguir adelante?
Había gastado su vida entregando su alma a todo aquel que le mostraba apenas un atisbo de la suya, y con el tiempo, todo había desaparecido. Los grandes amores que nunca fueron tales, aquellos amigos que siempre estarían allí... y ella.

Saber que no puedo culpar a nadie por no quererme; que eso es más de lo que merezco.
Que no vale la pena esforzarse por ser mejor.

Porque parecía que los colores se habían ido tras sus pasos. Los olores se atenuaban al no poder escuchar su respiración.
Se había llevado consigo la parte de mundo que le pertenecía.
Y sólo la había dejado de recuerdo aquella sensación de que su cuerpo estaba vacío.

En realidad lo que me duele es haber aprendido lo que siempre supe y nunca quise creer.

Porque no podía ser verdad que no la fuese a volver a ver.

domingo, 8 de enero de 2012

{Nada}

No es que yo te quiera más que nunca...

{Pero por las noches eres tú quien me espera tras los párpados}.

{Pero cuando todo se viene abajo, es tu mano la que busco para evitar caer}.

Y no es que tú hoy me quieras menos que ayer...

{Pero sabes que sé que no me olvidas por amor a un recuerdo}.

{Pero sabes que yo ya no te puedo salvar}.

Igual es sólo que a los dos se nos ha olvidado cómo se engañaba a la felicidad.

Dolls stuff

Pasaba las horas mirando la calle desde su ventana. Día tras día, decenas de niños salían a correr, a jugar; trepaban torpemente a los árboles del parque, perseguían a los perros callejeros y jugaban a la pelota. Niños grandes y pequeños, de todas las familias y condiciones, niños como él; casi como él.
Cada noche se soñaba a sí mismo, al día siguiente, jugando con los demás; y cada mañana, al despertar, el espacio que debía haber ocupado su pierna izquierda le recordaba que él sólo era casi como todos los demás.
Podría haber salido con ellos, antes solía hacerlo, hasta que se cansó de las miradas descaradas, de los comentarios susurrados. Se cansó de ser siempre el árbitro del partido y el juez de las carreras; de ser quien cuidaba las cosas sentado en algún portal mientras el resto vivía las aventuras que luego le relataban.
Su hermana agradeció que no quisiese salir. Una preocupación menos, sin duda.
Qué poco la aguantaba... Para ella, él sólo era eso: un problema, un incordio. Lo trataba como a un bebé, si no como a una niña, y no esperaba de él más de lo que alguien esperaría de una planta de interior. Y por si fuera poco, por su último cumpleaños, apenas dos días atrás, le había regalado una muñeca de trapo.
La muñeca le miraba con su sonrisa idiota desde la estantería que había frente a su cama, sin culpa de haber sido regalada a un niño, pero con todo el odio clavado en su inerte ser. Cada vez que se enfadaba, que no soportaba más su encierro, a su familia, era aquella estúpida muñeca quien recibía los puñetazos y los mordiscos... Siempre con aquella inconsciente sonrisa, como si sólo pudiese alegrarse por no recibir además, patadas.
Puede que hasta la muñeca estuviese harta -pensó en un alarde de infantil inocencia cuando una noche, antes de irse a dormir, vio que uno de sus bracitos de trapo estaba a punto de desprenderse. No consiguió arreglarlo, nunca se le había dado bien coser, y muy a su pesar, tuvo que aguantar las risas de su hermana cuando le pidió que la remendase.
Sin embargo, cuando despertó a la mañana siguiente, la muñeca estaba en su cama, junto a él, mirándolo con su misma sonrisa idiota de siempre. Y aunque siguió cobrándose la peor parte de sus desilusiones, al menos desde entonces, la muñeca dormía a su lado.
Pero llegó el día en que la muñeca no pudo más, y dejó de sonreír. O quizás fuese que él había matado a golpes todos sus desengaños.
Aunque hay quien asegura que no tuvo nada que ver con eso, sino más bien con una muñeca nueva, una que su hermana dejó a escondidas una noche en su habitación, a bien seguro para reírse de él, pero que no logró el efecto deseado.
Porque quien tiene una muñeca sucia y rota a la que poder culpar cuando todo va mal, nunca elegirá dormir con ella, que le recuerda cada noche lo que quiere ser borrado, sino con la pequeña muñeca nueva, que cada noche lo abraza antes de dormir, para recordarle que ella no puede ser golpeada.