viernes, 17 de octubre de 2014

At the end of the day

Arrancarte las tripas y comértelas para cenar.

Porque a nadie le importa una puta mierda cómo acaben tus entrañas.

Porque eres la única persona a la que le preocupa que mueras.

No importa la sangre ni las promesas,
ni lo que se supone que estamos obligados a sentir.
Al final del día, habrán soltado tus manos,
y te sentarás sola a la mesa
a comerte tu intestino con cuchillo y tenedor.

Una última cena sin invitados,
ni vino ni pan,
Una última cena sin ti.



miércoles, 3 de septiembre de 2014

El charco

Hombros demasiado anchos, pies demasiado grandes, piernas demasiado cortas, cabezas demasiado llenas, demasiado gordos, demasiado idiotas, demasiado.

Que no, que nadie es un ángel caído del cielo, nadie está hecho a vuestra medida.
Nadie fue creado para curar vuestros "demasiados".

No quiero salvar a nadie, ni siquiera quiero intentarlo. 
No quiero saber nada de tu puta necesidad de aceptación. 

Que no, ni sé de qué está hecho el cielo ni le voy a dar color. Ni me voy a creer ese "guapa" que dices como si pretendieses pagarme un polvo con piropos a plazos.
La gente que pretende ser más de lo que es, da asco. La gente que pretende que los demás no sean lo que son, más.

No necesito que me llames "preciosa" para follar en el suelo de madera de un piso barato. 
La gente que cree que si no estás buena no follas, así que le echarías un polvo a cualquiera, da asco.
La gente que cree que follando te hace un favor, más.

No necesito que nadie me salve. Y si lo necesito, no lo quiero. Ya no.
Los salvadores son esa gente que te levanta para que, cuando vuelvas a caer al lodo, lo hagas desde más arriba; te hundas más.

Y aquí, en el fondo del charco, ya he visto de todo.

Aquí vive la niña que gritó cuando se ahogaba pero nadie le hizo caso, porque sólo era una niña, qué sabría ella sobre respirar. Ahora le da la mano al chico que se hundió en silencio, sin una bocanada de aire final, para intentar no molestar a todos los que odiaba. Y bajan juntos, sin mirarse, porque se odian el uno al otro sólo un poco menos de lo que se odian a sí mismos. 

Allí al fondo se ve la mujer que compró el amor y resultó ser una imitación barata. Están quienes lo vendían cada noche, y quienes lo compraban. 
Un yonki mira hacia arriba, buscando un chute de luz del sol; tarde. 
Gente que al caminar, se asomaba al bordillo de la acera como si tras él sólo quedase el vacío liberador.
Gente que tragó colores intentando mostrar su belleza interior.
Todos los que estaban muertos incluso antes de empezar a vivir.
La chatarra que dejan atrás los que valen.

Aquí la gente mira hacia abajo y no logra ver nada, porque no lo hay.
Nada. Ni siquiera un final, un punto de no retorno.
No hay fondo.
Por eso la gente mantiene la esperanza, por eso creen que aún tienen posibilidades de salir, aunque no sepan cómo avanzar. Caminan sin rumbo y gritan y lloran de desesperación, queriendo creer que sirve de algo.
Ni Dios ni religión ni amor. No creen en nada, no creen en sí mismos, pero creen ver la luz donde la dejaron la última vez.

La esperanza. La puta esperanza...
Es lo que nos mata

¿Te ha comido la lengua el gato?

Se giró en la cama aferrándose a sus órganos internos
y de las esporas que le salieron de la boca
surgieron los cañones de una fragata hundida.

Las ideas se amontonaban en su garganta
pero las estrellas les impedían el paso.

Apretaba entre sus manos la carta que le invitaba a cenar
en un sucio cobertizo
de plato principal, sus pulmones
como invitados, los pequeños seres grises que sólo se ven por el rabillo del ojo.

Y lloró y gritó y nadie pudo escucharla
pues su cabeza era una galaxia
en el vacío, no se propaga el sonido
y un gato le comió la lengua.

Se le escurrían entre los dedos las nebulosas
perdía la cabeza
se olvidaba a sí misma.

Y sólo la recordaría un gato.

martes, 24 de junio de 2014

Marejada

En cierta forma echaba esto de menos. Y preferiría seguir haciéndolo.
Era un echar de menos lejano, inconstante, apartado de la necesidad y compulsividad que envuelven todo lo que toco.
Miraba atrás y me preguntaba si en realidad alguna vez fue necesario.

Porque nadie se acuerda del pegamento hasta que algo se rompe.


Me paso la vida construyendo barreras, fortalezas.
Al principio eran de roca sólida, de "soy mejor que eso", de "qué más da lo que piensen". Cuando uno ve una muralla de piedra, una montaña, es absurdo pensar que el agua, liviana y suave, o el aire, que es intangible, puedan destruirlo; pero lo hacen.
Poco a poco el mar se revuelve, as olas crecen y se hacen más fuertes, chocando cada día, a todas horas, contra la fuerte muralla de tu castillo, hasta que ésta se empieza a desmoronar.
Para construir una muralla, necesitas tiempo y paciencia, colocar las enormes piedras, hacer que todo esté ordenado para asegurarte de que no se caiga por su propio peso. Para destruirla, sin embargo, vale con tirar una roca. Una vez que se abre un hueco en el muro, tu ciudad queda completamente indefensa, al descubierto.

Tras la marejada, hay que contabilizar los daños: edificios caídos, calles inundadas, ciudadanos fallecidos. Y sin demora, comenzar a construir una nueva muralla. Pero esta vez, construyes la fortaleza mientras miras al mar con miedo, sin saber nunca cuándo va a llegar la próxima tormenta; no puedes perder el tiempo, necesitas una defensa, aunque no sea tan buena como tu majestuosa barrera de sólida roca, necesitas tener algo. "Al menos inténtalo", "ellos no te conocen".
Con el tiempo cada vez construyes peores barreras, temiendo a las tormentas cada vez más inclementes, y que cada vez se suceden con mayor rapidez, destrozando tus fortalezas una a una.

Cuando sólo te separa del océano una fina barrera de cristal, incluso la primera ola de la marejada puede abrirse paso por tu ciudad.
Pero ya no quedan edificios por derribar, calles secas o ciudadanos con vida. Simplemente entra, cubriéndolo todo.
Y sólo puedes esperar a que amaine, encogido de miedo en la esquina más seca de tu último bastión. Y cuando llega la calma, contemplas lo que un día fue tu ciudad, destruida, y no ves la manera de reconstruirla.

Buscas, entre las ruinas, el pegamento.
Y avanzas, completamente solo, hasta la fina muralla. Colocas y pegas cada pedazo de cristal que encuentras; nunca están todos, siempre quedan huecos, pero al menos, vuelves a tener una muralla.
"Por favor", "lo siento".

Y cuando se pone el sol, regresas a tu refugio, sin saber cuándo llegará el próximo temporal.
Rezando porque la próxima vez, el agua te lleve consigo.

miércoles, 16 de abril de 2014

Missing

Desaparecer. Desaparecer.

Ojalá llegue pronto la guerra, y a tu puerta dos hombres vestidos de uniforme.
"Lo sentimos mucho", te dirán, evitando mirarte a los ojos.
Y cerrarán tu mano alrededor de una placa metálica con mi nombre.

No llores, no llores nunca por esa placa de perro.
No permitas que esos hombres crean que te afecta. Quizás lo mejor sea que hagas como que no me conoces.
De todas formas, nunca habrías tenido un cuerpo al que llorar.

No me busques, no pierdas el tiempo.
No me hagas volver de la libertad.
Porque no puedo vivir más tiempo aquí dentro. Necesito que se desate la guerra.

Necesito poder escapar, desaparecer.
Librarme de la placa con mi nombre, llorar por los caídos.

Morir por fin.

Por favor.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Cinco

Y sin querer, sin darme cuenta, ya es Marzo otra vez. Es Marzo por quinta vez.
Es el primero que pasaré contigo

¿CÓMO SE SUPONE QUE TENGO QUE SOBREVIVIR?

Vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve. VUELVE, JODER, TE SIGO NECESITANDO.

Necesito que estés a mi lado y me abraces. Que no intentes mantenerme con vida.
Necesito tu pelo y tu risa y tu mar.
Han pasado cinco años y aún no he podido decirte adiós. ¿CÓMO COÑO PUEDE ENCERRAR UNA ROCA TU NOMBRE?

Vuelve, por favor.

Porque sin ti estoy perdida.
Toda esta gente, todos estos extraños, amigos con turnos de trabajo.
Porque miro al sol, y eres tú. Te veo cada vez que pienso en lo bonito que es algo, te veo en la luz y en la niebla, te veo en los rayos del sol bajo el mar.
Y sé que no debería.
Que ya eres una mentira más.



Este año, voy a volver a casa, aunque no sé si podré ir a ver esa puta piedra, no sé si tendré valor.

Ojalá pudieses volver.

martes, 11 de marzo de 2014

Black Bird

¿Recuerdas la película sobre el pájaro negro?

El ave que lo dio todo luchando en una guerra de la que habría podido huir, que entregó su vida a sus ideas.
Y al final, después de muerto, vivió.
¿Cómo hacían eso, lo recuerdas? ¿Cómo lo hacían para vivir?
Porque si el secreto es el amor, entonces estamos jodidos.



miércoles, 15 de enero de 2014

La muerte, fría y oxidada
¿Cómo moverá esas alas de metal?


Tan sencillo como abrir el gas y echarme en el suelo, a descansar, a dormir. Por fin
Tapar un par de rejillas de ventilación, darle un abrazo a mi perra, escribir una nota que hable de peces.
Y cerrar los ojos. Sonreír.
Ojalá, dándole la mano a alguien tan cansado de la vida como yo. O simplemente alguien con una máscara de gas, que se eche a mi lado y me abrace antes de dormir. 
Un último baile. Con alguien que no llame a la ambulancia después.

Me gustaría no morir completamente sola.