domingo, 31 de enero de 2016

Inútil

Ojalá escribiese poesía.
Ojalá supiese escribir poesía.
Ojalá pudiese escribir poesía.

No necesariamente buena, ni necesariamente correcta.
No necesariamente escrita-
       -porque no toda la poesía se escribe.
Hay poesías que son fotografías, dibujos, cuadros, bailes, películas, música.
Hay poesías que son miradas, o abrazos, o un adiós.

El sentimiento irrefrenable, más fuerte que la voluntad.
La idea que desgarra.
Como escupir sangre. Empezar a gritar.

Ojalá volviese a escribir poesía.

domingo, 24 de enero de 2016

¿A dónde fue mi gato?

Le conocí en un mal momento, aunque fuese el momento indicado. Yo no quería conocerlo, no quería hablar con él -no quería hablar con nadie.
Pero a ciertas personas, me acerco como una polilla a la luz; no puedo evitarlo, brillan tanto que olvido pensar y sólo puedo acercarme a ellas, darme cabezazos contra la lámpara una y otra vez. Hasta que caigo al suelo chamuscada. O la luz se apaga.
Y él brillaba tanto que costaba saber de dónde venía la luz. Era un sol de mediodía en un desierto de sal.

Él mundo es un lugar horrible, él siempre lo supo, no era ningún idiota, pero hasta las cosas más feas, con la luz adecuada, son arte. Eso hacía él: no hacía desaparecer lo malo, no lo ocultaba, te lo enseñaba bajo una nueva luz, hasta que te dabas cuenta de lo jodidamente bonito que era. Y pensabas que siempre había sido así, sólo que tú no habías sabido verlo.

Era mentira.

Como polilla, soy un ser bastante persistente. Como polilla, esperé hasta que la luz se marchó -a donde sea que se marchan las luces cuando no podemos verlas.
Y cuando la luz hubo desaparecido, el mundo halló una nueva dimensión de formas horribles.

Yo sabía que allí había belleza -que una vez la hubo-, que únicamente dependía de la luz con la que lo vieses.
Como ese montón de ropa sobre la silla que, a oscuras, parece ocultar a un asesino.
Sabía que podía ser bonito.
Pero ya no me importaba.
Como cuando, pese a saber que es un montón de ropa, enciendes la luz, con la firme esperanza de que realmente no haya ningún asesino acechando entre tus camisetas sucias.

Las polillas no pueden pulsar interruptores.