lunes, 11 de febrero de 2013

Me sobran las estrellas

"Ojalá estuvieses aquí ahora. 
Porque de golpe todo vuelve a tener un sentido y es tan bonito que no me parece justo que no puedas verlo. Porque por primera vez en meses estoy bien y no importa que esté sola, pero ojalá pudieras ver todas estas estrellas. 

Y aún no sé qué estaba mal pero ha desaparecido y ahora tengo una sobredosis de energía y siento que necesito hacer un montón de cosas. Vuelvo a tener ganas de hacer cosas. Y quiero comprarme un vestido de época e ir al Retiro aunque haga mucho frío, con uno de esos abrigos con pieles en el cuello, como si acabase de salir de una corte de Suecia. Y quiero que llueva y tener uno de esos paraguas antiguos bonitos para llevarlo sobre el hombro, como en las películas, y que alguien me de un beso y levantar el pie de esa manera tan tonta. Aunque prometo que no llevaría calcetines fucsia. En serio, me acabo de ver en el espejo y estos calcetines arruinarían la escena. 

Todo vuelve a tener sentido y ya no somos sólo una bola que gira en torno a otra bola ni horas de color amarillo descendiendo en picado. Ahora hay días y hay noches y cada uno es distinto y tiene una música distinta. La de ahora es como un tintineo que da ganas de ir a cazar luciérnagas. Las piedras caen porque hay fuerza de gravedad, no sólo somos una bola en el espacio. Aunque eso sea gran parte de lo que es la gravedad. 

Son las cuatro y media de la mañana y ni siquiera sé por qué escribo todo esto. Quizá sea sólo la falta de sueño, pero ahora tengo muchas ganas de darte un abrazo y no puedo, y eso me enfada. 

Ojalá estuvieses ahora aquí. 
Me sobran estrellas."

martes, 5 de febrero de 2013

Música

Si hago memoria aún puedo recordar cómo le conocí. No las palabras, ni el sentimiento; sólo las circunstancias.
Quizá fuéramos música.
Y en un parque a las afueras de Madrid, él me enseñó los acordes que dieron comienzo a todo. Aunque quizá sólo recuerde cómo se sentaba abrazándome para hacer pasear mis manos por los trastes. Y no recuerdo si a ninguno nos importaba cómo sonase.
Pero la melodía fue in crescendo y, como siempre, arriba le esperaba la muerte. Un teléfono a las cinco de la mañana que nadie se molestó en contestar.
Mi melodía se rompió, y eso no hay luthier que pueda repararlo.
Lo siguiente que recuerdo es la casa de la hidrofobia y un bautizo con J&B. Y el retumbar en mi cabeza que me recriminaba el pasado.
Al final, me marché de allí con un portazo escondido bajo un berrinche de niña de colegio de monjas.

Y ya casi prefiero que me cueste recordarlo.