domingo, 15 de mayo de 2011

De cómo mueren las flores y otros secretos de 3ª planta (I)


¿Hace cuánto empezó todo? ¿Un mes? Puede que más; puede que bastante más. Es igual, no lo recuerdo. Dejaré que vosotros decidáis el cuándo, e incluso el dónde.
Sólo necesito un edificio antiguo, de descoloridos ladrillos rojos. Y un ático. Un caluroso ático de madera, con paredes de apenas medio metro y uno de esos horribles tejados inclinados que apenas te permiten estar en pie.
Si no me equivoco, ya era primavera, casi verano, y hacía calor. Ahora no sabría decir a ciencia cierta si todo lo que ocurrió, refrescó la situación o hizo estallar algún que otro termómetro. Bueno, creo que hacía calor, pero en aquel ático siempre hacía calor; y eso que ni siquiera era muy alto, un tercer piso, si no me equivoco.

Todo empezó allí, en el ático, en realidad. O más concretamente, frente a la puerta de éste. La tarde en que llegó el paquete -su paquete-, envuelto en papel marrón barato y descuidado, con un par de esquinas rotas que dejaban ver unos retazos de madera. Llegó equivocado, aunque creo que fue para bien... pero me eso es anticiparme al relato. El caso es que el mensajero que lo trajo, no llegó a subir hasta la tercera planta -y sospecho que el hecho de que el ascensor no llegase hasta ese piso pudo ser un factor importante-, y vino a entregármelo a mí. Por supuesto, a mi me llamó la atención: no esperaba ningún envío, pero no fue hasta después de que el mensajero se fuese, y un instante antes de destrozar el papel -como un impulso de mi más viva curiosidad, no penséis nada extraño- cuando, de refilón, vi que la dirección estaba equivocada: era un paquete para el ático.
Aquello era algo raro. No es que allí viviese alguien tan raro que me asombrase el que recibiese algo -lo que, observando al resto del vecindario, bien podía ser- sino que, simplemente, ahí no vivía nadie. Normalmente, lo habría abierto, habría husmeado un poco, lo justo, y lo habría devuelto, para que lo llevasen hasta su remitente. ¿Por qué no lo hice? Sencillo: el ático era la propia dirección remitente. Por más vueltas que di al paquete no conseguí encontrar nada más; sólo estaban los datos comunes e insulsos, un matasellos que había quedado demasiado desgastado como para ser legible, y la misma dirección, repetida dos veces.
Sí, en realidad, me pudo la curiosidad. Ni siquiera me planteé la posibilidad de devolverlo. Estaba intrigada, y aquello era un pequeño misterio, una variante inesperada a mi monótona rutina. ¿Cómo iba a tirarla tan pronto?


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Y hasta aquí la 1ª parte :3
Esto es el comienzo de un relato "De cómo mueren las flores y otros secretos de 3ª planta", no sé si largo o corto, que iré escribiendo a partir de ahora. No tengo nada pensado, evolucionará según mi estado de ánimo cada día xD No siempre, pero de vez en cuando, un fragmento de historia se colará entre las entradas normales del blog ^-^
Espero que os vaya gustando, aunque de momento no sea nada~ Agradezco cualquier idea, crítica o comentario, constructivos o no, de aquí en adelante =)
Thankius a todos de antemano!

PD: La idea la saqué de la canción "Marlene, la vecina del ático" de Love of Lesbian, que vi hace unos días en el blog de Shikei, El lado siniestro de la mente :3 Así que se lo dedico a él, y tal~

[Img from "Gorjuss"]

4 comentarios:

  1. ¡Oooooooooooooh! ¡Una historia! ¡Con lo que me gusta cómo escribes!
    ¡Espero que la continuación salga pronto! *.*

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  2. Jajajaj, muchas gracias, Noeh-chan! :3 Procuraré continuarla en breves~

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  3. Gracias, Mr. frikoso :3
    Verás que te hago publi y todo~

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