sábado, 8 de junio de 2013

De cómo mueren las flores y otros secretos de 3ª planta (III)

Y sus ojos azules.
Aquel tono celeste, que recordaba a un reflejo transparente del cielo, siempre me pareció terriblemente antinatural, como si ella pudiese provocar aquel color por propia voluntad. En realidad, tardé bastante en descubrir que era exactamente eso lo que ocurría; pero de nuevo, me estoy adelantando.

Me despertó la infinita sombra de su figura, apartando el sol que, a través de una minúscula ventana, había asumido el papel de mi manta en el polvoriento rellano.

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