lunes, 18 de abril de 2011

Sha...

And that's all!

El final de la función.

Sí, sí, ya sabía que algún día llegaría... pero la verdad, no me apetece aplaudir.
Esta vez, me esperaba un final apoteósico, que me hiciese vibrar, llorar...

Pero no.
Al parecer, el teatro siempre acaba igual.

Siempre igual.
Ahora yo recojo mis hilos, hago caer el telón, y salgo en silencio, intentando confundirme con el público.
Hasta que algo se vuelva a romper, y me llamen para acudir de nuevo al escenario.
Pero no, nunca seré la actriz principal. Puede que ni siquiera un personaje secundario.
Siempre igual.
Cuando me llamen, cogeré aguja e hilo y acudiré, porque por eso estoy aquí.
Intentaré arreglar las cosas; coser los desperfectos.
Para que los actores puedan salir a escena. Deslumbrantes. Perfectos.
¿Gracias a mi?
No, en realidad no me necesitan... ¿verdad?

Siempre igual.
Cuando todo esté arreglado, caerá el telón, separándome de los actores.
Quizá incluso quede por detrás del atrezzo.
Y yo desapareceré entre el público.
Sabiendo que no vale llorar. Que eso no forma parte de mi trabajo.

Sabiendo, que la próxima vez que me necesiten, acudiré de nuevo.
Porque no puedo no hacerlo.
Esperando a que el telón caiga ante mí.
Siempre igual.


Desaparezco.

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