viernes, 24 de septiembre de 2010

Aire tejido (II)

Un día, mientras caminaba por el solitario infinito
chocó de frente contra alguien.
El impacto hizo caer ambos cuerpos
entre suaves quejidos de dolor.
Él intentó alejarse corriendo
antes de que le hiciesen daño,
pero la luz que arrastraba era demasiado pesada para él.
Apenas podía moverse.
Y sin que él lo supiese,
el cuerpo con el que había chocado, lo observaba expectante
sin lograr entenderlo.
Ni siquiera intentó huir.

Se levantó despacio y se acercó a él
que permanecía tumbado en el suelo
abrazado a su luz.
Le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.
Y él no sabía qué hacer.
Miró a los ojos del otro cuerpo
miró la mano que le aproximaba
y vio que esa persona
no era como él.

Su luz también parecía débil y pesada
pero sus ojos brillaban con determinación.
Y sonreía.
No tenía miedo.
Podía darle la mano, pensó.
Quienes le hacían daño, eran las luces, no las personas.
Y tomó su mano,
aunque le embriagaba el miedo
supo que nunca más podría soltarla.

El tiempo pasó más rápido que nunca,
aunque cada momento durara una eternidad.
Y no pasó mucho
hasta que él se fijó en la luz.

Ya no la temía,
ahora sabía que era parte de la persona que le daba la mano
La luz le llamaba, le pedía que se acercase;
la mano que aferraba se lo intentó impedir
no quería que tocase su luz
no quería que jugase con aquello que no entendía.

Pero él no escuchó,
se acercó a la luz de su acompañante
despacio, muy despacio.
Extendió su mano cubierta de yagas
que no aguantaría una quemadura más
y tocó la luz.
Sólo con un dedo, un leve roce.

Nada ocurrió.
Y el suspiro de alivio de los dos cuerpos unidos se unió en el infinito.

Pero para él no era suficiente,
aquella luz le atraía con su tenue brillo
que era el mismo brillo de los ojos que le habían salvado.
Y regalando una última mirada a su propia luz
que sin apenas brillar, seguía a sus pies,
abrazó a la luz que lo había hechizado.

Impotente, la mano que lo mantenía atado a la vida le soltó.
No entendía por qué él había hecho eso.


Alejó su luz del cuerpo inerte.
Y se marchó
Sin saber muy bien si le recordaba o no.

Hasta hoy, en aquel frío páramo,
aún se mantiene intacto su cuerpo.
Sumergido en un ataúd de besos
y cubierto por las lágrimas
que borraron para siempre la sonrisa
de la única persona que le había dado su amor.


****************

Fiiin~ =)

He sobrevivido a la primera semana de clases *-* Increíble pero cierto! :D
Preveo que este curso se me va a hacer muuuuy largo u_u De momento ya estoy harta ^^ Seguiré informando!

Abrazos rosas @_@... ¡Como los unicornios! :3

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