martes, 11 de diciembre de 2012

Y ellos no saben...

Y a mí, que nunca he sido de decir verdades...

Me gustaría volver a volverme loca. Que fuese como antes, cuando enterrábamos juntos la cordura bajo capas de alcohol y falsas depresiones. Armarnos con las más nobles armas que encontremos tiradas entre los portales, y ver cómo la gente se aparta a nuestro paso, mientras en nuestras casas intentan recordar cómo se llamaban aquellos hijos por los que debían preocuparse.
Tildar de hijas de puta a las estrellas, mientras tú entre carcajadas me agarras por el hombro. Me gustaría volver, renacer, sólo para gritarle al suelo que seguimos sobre él, igual de locos, igual de perfectos.

Pero ha pasado tanto tiempo... que ya dudo de si también la locura me ha abandonado.

¿Por qué nos fuimos? ¿Cómo nos perdimos?
Tirábamos los grandes ídolos de piedra, deseando ser los primeros en llegar a la luna, y jamás pensamos en subirnos a sus hombros para estar un paso más cerca del cielo.
Buscábamos las escaleras invisibles que llegaban a los sótanos donde descansaban las cosas muertas, y luchábamos por abrir puertas con susurros, antes de derribarlas a cabezazos.
Hasta que una puerta no se quiso abrir, y ya no supimos a dónde ir. Fuimos como olas que no conocían la dirección de la corriente, y tuvimos que huir del mar, escapar de los peces.

Quiero volver a reír hasta quedarme sin aliento, pegarnos hasta apenas poder movernos y entonces arrastrarnos, al encuentro de aquellos abrazos que eran la tempestad después de la calma. Tirarnos del pelo como cachorros, y tu boca buscando la mía. Ese mordisco en la lengua.

Quiero recordar qué se siente cuando dominas el mundo.


Chillar sin motivo, sin razón, porque la hemos perdido entre carcajadas y humo. Burlarnos del mundo, de todos los que nos miran sin comprender lo abrumador que es vivir.
Y de nuevo recordar que seguimos solos y sin alcanzar a la luna, llorar hasta inundar los parques y caer sobre nuestro propio barro, para contemplar en los charcos su reflejo. Darnos cuenta de que jamás estuvimos locos.

Y a mí, que nunca he sido de besos...


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