lunes, 21 de marzo de 2011

Antivaliente

La gente dice tantas cosas...

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Saliste de casa con la cabeza alta, desafiante.
Esperabas comerte el mundo
¡de aquella tarde no pasaba!
Te preparaste para recibir el sol brillando ante tus ojos, quemando tu retina.
Pero no había sol.
Aprendiste a ver en la oscuridad, a brillar con luz propia.
Pero no era de noche.
¿Fue la lluvia quien te hizo cerrar los ojos?
Aquellas nubes negras lloraron sobre ti y te destiñeron.
Llegaste con la cabeza gacha, calada hasta los huesos.
Tenías miedo de mirar al cielo.
Miedo de mirar y no encontrar el sol. No encontrar la Luna.
De que aquellas nubes siguiesen allí. De que la tormenta no arreciase jamás.
¿Desafiante? Al final sólo tus rodillas desafiaban al suelo.
Intentando traspasarlo, consumirse por la tierra.
Y nunca más ver el cielo.

Cobarde, cobarde, cobarde.
Olvidaste cómo cegar al sol.
Olvidaste cómo apagar la Luna.
Cobarde.
Cuando comenzaste el regreso, eras sólo un triste jirón de lo que un día fue una figura erguida.
Cobarde, cobarde, cobarde.
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...y tan pocas verdades.

Ultimamente no veo más que cobardes. Y yo la primera.
¿Y si hubiese...?
Cobarde.

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